The Only Ocean :: Based On :: Squad :: Xavier Institute
• The forest beckons (Libre)
August jamás ha podido conectarse con las personas, él es incapaz de ello y está bien con eso, puesto que las personas son sombras en su mundo y rara vez dejan de serlo. En cambio, las plantas siempre han sido su única compañía real y fiable, llamándolo desde lo profundo de su ser y atrayéndolo a ellas, como el canto de la sirena que no puedes negar; y no lo hace, no tiene razón para hacerlo, así que se deja atraer y se pierde constantemente en este. Es normal, es lo más completo que ha sentido en toda su existencia, así que cuando se pierde las clases y se posa en las orillas del bosque –el cual Xavier ha prohibido su entrada-, deja que sus manos se hundan en el césped que deja de estar tan pulcramente cortado y que las raíces busquen extenderse fuera de la tierra; como las flores salvajes se enredan sus brazos y susurran cantos alegres. Miles de voces llenan su mente obligándolo abandonar por completo el mundo “normal” para sucumbir en el propio.
Él ha llegado a las orillas antes de que el sol saliera, cuando aún hacía frío y el rocío permanecía indemne. No se ha movido un centímetro, cuando las voces lejanas y alegres anunciaron el despertar del resto de los mutantes ni cuando la distante voz del Profesor insistió en su asistencia a clase. Él se ha posado, dejando que las flores bailaran como en la vieja película de Alicia en el País de la Maravillas; cómo las raíces que apenas se extienden cerca suyo rondan cual serpiente lista al ataque. Y murmuró una pequeña frase cuando sus propias plantas advirtieron la presencia de un tercero que no estaba invitado a esta pequeña campaña de él y la vegetación.
— Las estás pisando —Advirtió, cuando las quejas suaves de las flores silvestres pisoteadas surcan su mente, como si realmente sintieran el dolor y como si realmente tuvieran una vida pensante para expresarle tal. Apenas hizo un movimiento de reconocimiento, encorvando más sus brazos al centro de su pecho, protectoramente. Lejanamente, en el fondo de su mente, hay una promesa de protección.
Él ha llegado a las orillas antes de que el sol saliera, cuando aún hacía frío y el rocío permanecía indemne. No se ha movido un centímetro, cuando las voces lejanas y alegres anunciaron el despertar del resto de los mutantes ni cuando la distante voz del Profesor insistió en su asistencia a clase. Él se ha posado, dejando que las flores bailaran como en la vieja película de Alicia en el País de la Maravillas; cómo las raíces que apenas se extienden cerca suyo rondan cual serpiente lista al ataque. Y murmuró una pequeña frase cuando sus propias plantas advirtieron la presencia de un tercero que no estaba invitado a esta pequeña campaña de él y la vegetación.
— Las estás pisando —Advirtió, cuando las quejas suaves de las flores silvestres pisoteadas surcan su mente, como si realmente sintieran el dolor y como si realmente tuvieran una vida pensante para expresarle tal. Apenas hizo un movimiento de reconocimiento, encorvando más sus brazos al centro de su pecho, protectoramente. Lejanamente, en el fondo de su mente, hay una promesa de protección.
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Re: • The forest beckons (Libre)
Hace tiempo que no tiene pesadillas, que duerme tan bien como cualquier otro ser humano que se vea libres de malos sueños, estrés, insomnio u otro motivo que le impida conciliar un descanso reparador. Esta noche, empero, ha sido todo lo contrario. El mayor problema ha sido no poder despertar, sentirse tan dentro del mismo sueño que perfectamente parecía estar viviendo la situación.
Al despertar, el rostro entero está lleno de lágrimas y hasta la almohada está húmeda. Se lava bien la cara tras levantarse y ponerse algo cómodo. Todavía no se ha despertado nadie, así que aprovecha para salir de la escuela y pasear por los alrededores. Hace frío. Se cruza de brazos y esconde las manos dentro de los puños de las mangas. Mira al suelo para ver si acaso está metiendo los pies en un charco y por eso nota tanto frío en los pies, para percatarse entonces de que no se ha puesto calzado. Siente la humedad del rocío en las plantas, helándola, pero no correrá el riesgo de volver al interior a por unos zapatos para que le recuerden que tiene que ir a clase. Ya sabe qué tiene que hacer, pero no lograría nada más que frustración.
Camina sin rumbo fijo, sin mirar a ninguna parte. Cruza el límite entre los jardines de la escuela y el bosque, y una voz no tarda en alertarla. Mira a su alrededor con los ojos de par en par.
—¿Eh?
Da entonces con August, a quien mira extrañada. Estaba tan sumida en su mundo que no se ha enterado de lo que ha dicho.
—No deberías estar aquí.
Y, obvio, ella tampoco, pero parece que no quiere aplicarse las mismas normas.
Al despertar, el rostro entero está lleno de lágrimas y hasta la almohada está húmeda. Se lava bien la cara tras levantarse y ponerse algo cómodo. Todavía no se ha despertado nadie, así que aprovecha para salir de la escuela y pasear por los alrededores. Hace frío. Se cruza de brazos y esconde las manos dentro de los puños de las mangas. Mira al suelo para ver si acaso está metiendo los pies en un charco y por eso nota tanto frío en los pies, para percatarse entonces de que no se ha puesto calzado. Siente la humedad del rocío en las plantas, helándola, pero no correrá el riesgo de volver al interior a por unos zapatos para que le recuerden que tiene que ir a clase. Ya sabe qué tiene que hacer, pero no lograría nada más que frustración.
Camina sin rumbo fijo, sin mirar a ninguna parte. Cruza el límite entre los jardines de la escuela y el bosque, y una voz no tarda en alertarla. Mira a su alrededor con los ojos de par en par.
—¿Eh?
Da entonces con August, a quien mira extrañada. Estaba tan sumida en su mundo que no se ha enterado de lo que ha dicho.
—No deberías estar aquí.
Y, obvio, ella tampoco, pero parece que no quiere aplicarse las mismas normas.
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Re: • The forest beckons (Libre)
Hay un movimiento, es leve y apenas pasa su rostro sobre su hombro para observar a la persona que habló sobre el sonido de las flores. Hay varias respuestas que podría dar a esa acotación, pero la única que sentía válida era la verdad. No se le ocurre, ni por un segundo, realmente reconocer a la persona como parte de su mundo y comprobar quien era; si era un alumno, un profesor o alguien, quien sea, con la autoridad de pedirle regresar a la casa… esta posibilidad escapa demasiado fácil y rápido de su mente.
— Lo sé —Agregó tan bajo que apenas se oiría y despegó sus brazos de la zona protectora contra su pecho, lentamente dejó que rozara la hierba de apenas unos centímetros; el tacto reconfortante y embriagador, algunas hebras luchaban por entrecruzarse formando una especie de tejido alrededor de su piel, pero no lo lograban al final de cuentas. Se giró, al fin, hacia ella pese a mantener su mirada baja, hay un capricho en su rostro, una leve inclinación de sus cejas con desagrado sin llegar a ser realmente dicho sentimiento. Su mirada se posa en sus pies desnudos donde uno de los dientes de sol intenta enredarse en el tobillo de la chica; es más una caricia que podría confundirse con el movimiento del viento, si hubiera tal—. La estás matando —Declaró nuevamente, de forma más específica, pero no hizo nada más. No hay exigencia para que se mueva, no hay real reproche en sus palabras por estar dañando a otro ser vivo ni siquiera hay una orden; es una declaración, tan simple y mundana como lo sería simplemente declarar que el cielo es azul.
La vegetación danzarina se detiene lentamente, inerte como debería ser sin el viento soplando y él no emite ningún otro sonido, sólo observa donde la supuesta flor agoniza y, a pesar de estar dándole un tirón en el cuello, no parece tener muchas intenciones de mover su posición. La hierba al fin ha entretejido sobre su palma que usa como soporte y es lo único inusual que se podría observar. Aún es una mañana silenciosa.
— Lo sé —Agregó tan bajo que apenas se oiría y despegó sus brazos de la zona protectora contra su pecho, lentamente dejó que rozara la hierba de apenas unos centímetros; el tacto reconfortante y embriagador, algunas hebras luchaban por entrecruzarse formando una especie de tejido alrededor de su piel, pero no lo lograban al final de cuentas. Se giró, al fin, hacia ella pese a mantener su mirada baja, hay un capricho en su rostro, una leve inclinación de sus cejas con desagrado sin llegar a ser realmente dicho sentimiento. Su mirada se posa en sus pies desnudos donde uno de los dientes de sol intenta enredarse en el tobillo de la chica; es más una caricia que podría confundirse con el movimiento del viento, si hubiera tal—. La estás matando —Declaró nuevamente, de forma más específica, pero no hizo nada más. No hay exigencia para que se mueva, no hay real reproche en sus palabras por estar dañando a otro ser vivo ni siquiera hay una orden; es una declaración, tan simple y mundana como lo sería simplemente declarar que el cielo es azul.
La vegetación danzarina se detiene lentamente, inerte como debería ser sin el viento soplando y él no emite ningún otro sonido, sólo observa donde la supuesta flor agoniza y, a pesar de estar dándole un tirón en el cuello, no parece tener muchas intenciones de mover su posición. La hierba al fin ha entretejido sobre su palma que usa como soporte y es lo único inusual que se podría observar. Aún es una mañana silenciosa.
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Re: • The forest beckons (Libre)
El frío de la mañana está calando en sus huesos a través del contacto directo con el suelo. Un escalofrío recorre su espalda mientras trata de descifrar qué le ha dicho el chico hace apenas un instante.
¿Que está matando a quién? Mira a su alrededor. No hay nadie más que ellos dos. ¿Acaso puede meterse en su mente y ver en sus sueños, o es que los está proyectando de alguna forma? Se siente desnuda de repente y esa no es una sensación que le guste.
—¿Qué?
No comprende a aquel chico. Recuerda su nombre, mas no sus poderes. Rara vez presta atención al de los demás si no le llaman la atención por algún motivo.
Se frota el tobillo con el pie contrario, tratando de deshacerse del ligero cosquilleo que siente. Baja la vista por si acaso es alguna hormiga que ande trepándole, y entonces ve la flor. Se aparta para dejar de pisarla.
—Oh, ¿te referías a eso? —pregunta un tanto incrédula.— Es solo una flor.
Para ella no es más que eso, una planta sin ningún tipo de importancia. Una de tantas miles. ¿Qué más da? Patea el suelo sobre el que está, con solo hierba bajo los pies.
—¿Qué haces aquí?
Va a soltar si es que acaso es el jardinero, pero decide morderse la lengua. Ha de controlarse, no soltar lo primero que se le venga a la cabeza.
¿Que está matando a quién? Mira a su alrededor. No hay nadie más que ellos dos. ¿Acaso puede meterse en su mente y ver en sus sueños, o es que los está proyectando de alguna forma? Se siente desnuda de repente y esa no es una sensación que le guste.
—¿Qué?
No comprende a aquel chico. Recuerda su nombre, mas no sus poderes. Rara vez presta atención al de los demás si no le llaman la atención por algún motivo.
Se frota el tobillo con el pie contrario, tratando de deshacerse del ligero cosquilleo que siente. Baja la vista por si acaso es alguna hormiga que ande trepándole, y entonces ve la flor. Se aparta para dejar de pisarla.
—Oh, ¿te referías a eso? —pregunta un tanto incrédula.— Es solo una flor.
Para ella no es más que eso, una planta sin ningún tipo de importancia. Una de tantas miles. ¿Qué más da? Patea el suelo sobre el que está, con solo hierba bajo los pies.
—¿Qué haces aquí?
Va a soltar si es que acaso es el jardinero, pero decide morderse la lengua. Ha de controlarse, no soltar lo primero que se le venga a la cabeza.
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Re: • The forest beckons (Libre)
August siente algo similar a la frustración cuando ella parece no comprenderlo, tampoco sabe cómo decirle de otro modo más que el expresado. Mastica su labio inferior y espera que de alguna forma ella lograra entenderlo, porque la voz en su mente es como un silbido constante rogando ayuda. Suelta un suspiro de alivio cuando se hace a un lado y se recuerda (más o menos, ya que usa su brazo flexionado para quedar en diagonal) en busca de ayudar a la pobre víctima. Su mano enredada se arranca sin más del césped y acuna la flor que "revive" (o mejor dicho se acomoda) a su posición anterior. Su mutación podía ser bastante inútil, pero para él lo era todo.
— Y eres una sombra —Simplemente no comprendió porqué recalcó lo obvio, así que él hizo lo mismo, creyendo que para ella tendría una finalidad (que escapaba horrendamente de su entendimiento, para variar). No era un ser humano, ni un mutante o mucho menos un ser vivo, simplemente una sombra; una entidad que existe por tiempo en su limitado mundo y que sabe que desaparecerá en el momento que ella dejará de insistir estar allí. Con su misión cumplida, regresó a su posición; lejos de sentir que la chica podría ser una molestia para él, siguió como siempre: ignorando el mundo. La pregunta de ella lo hizo pensar, porque era válida y porque omitirla o mentir era algo que no pasó por su mente.
— Ellos me llaman —No señala qué, pero mira el bosque como si aquello diera el contexto necesario para que alguien fuera de su mente lo entendiera. El bosque, o mejor dicho las plantas que habitan ahí, parecían sentirse aludidas porque sentía ese cosquilleo en la parte trasera de su cráneo incitándolo a entrar. Pero había sido prohibido y algo que él amaba ante todo eran las reglas—. ¿Alguien te está llamando? —Su mirada ahora se desvía a ella, no la mira en sí, sino la parte baja de su cuerpo y parece ser suficiente para él, sin necesidades de seguir normas sociales.
— Y eres una sombra —Simplemente no comprendió porqué recalcó lo obvio, así que él hizo lo mismo, creyendo que para ella tendría una finalidad (que escapaba horrendamente de su entendimiento, para variar). No era un ser humano, ni un mutante o mucho menos un ser vivo, simplemente una sombra; una entidad que existe por tiempo en su limitado mundo y que sabe que desaparecerá en el momento que ella dejará de insistir estar allí. Con su misión cumplida, regresó a su posición; lejos de sentir que la chica podría ser una molestia para él, siguió como siempre: ignorando el mundo. La pregunta de ella lo hizo pensar, porque era válida y porque omitirla o mentir era algo que no pasó por su mente.
— Ellos me llaman —No señala qué, pero mira el bosque como si aquello diera el contexto necesario para que alguien fuera de su mente lo entendiera. El bosque, o mejor dicho las plantas que habitan ahí, parecían sentirse aludidas porque sentía ese cosquilleo en la parte trasera de su cráneo incitándolo a entrar. Pero había sido prohibido y algo que él amaba ante todo eran las reglas—. ¿Alguien te está llamando? —Su mirada ahora se desvía a ella, no la mira en sí, sino la parte baja de su cuerpo y parece ser suficiente para él, sin necesidades de seguir normas sociales.
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